FotoXeriz y el Fuero

Reproducimos aquí la entrada número 25 del blog castreño FotoXeriz con el que nuestro paisano Javier Vicente inició, allá por 2021, su singladura de sensibilización y puesta en valor de esta parte crucial de nuestra historia y que de algún modo supuso el inicio de este maravilloso viaje.

FotoXeriz nº25. 8 de marzo del año 974. Fuero de Castrojeriz.

Hoy cumple 1.047 inviernos, se dice pronto amigos, el FUERO de Castrojeriz, uno de los valores inmateriales, junto con la ruta jacobea, más importantes de la villa y, si me permiten la reflexión, nunca entenderé por qué nos empeñamos en no celebrarlo como se merece.

Un 8 de marzo del año 974 aquel remoto castro refugio de celtíberos indómitos, aquel campamento romano desde el que las legiones el emperador Augusto lanzaran el golpe definitivo a los últimos reductos de resistencia peninsular (200 años después de que el primero de los Escipiones llegara preguntando por un tal Aníbal que andaba por aquí de gira con su espectáculo ambulante de elefantes), aquella pequeña aldea fundada por el visigodo Sigerico, aquel erial abandonado apresuradamente al ver asomar la media luna por San Román, aquella torre recuperada a sangre y fuego para no ser perdida nunca más, da un golpe encima de la mesa de la Historia de una joven Castilla, ignorante aún de los designios que el caprichoso destino le había de deparar, para estampar su nombre en ella: Castro Xeriz.

1.- ¿QUE ES EL FUERO?:

Es un conjunto de privilegios, derechos y libertades que se concede a los habitantes de la villa y todo aquel que tuviera a bien afincarse en ella. Entre esos privilegios se incluye la posibilidad de ascender a categoría de noble (de segunda, pero noble al fin de al cabo) a todo aquel indocumentado que dispusiera de una montura.

2.- ¿QUIEN OTORGA EL FUERO DE CASTROJERIZ?

GARCI FERNÁNDEZ, conde de Castilla, hijo de Fernán González.

Permítanme la debilidad por este caballero. Si bien el padre es más nombrado, lo de Garci, de verdad, da para un peliculón. Si Garci se hubiera llamado William, John o Peter no tengan duda de que su Braveheart particular ya habría inmortalizado su historia a lo largo y ancho del planeta.

Y es que a Garci le tocó bailar con la más fea y el tío, todo hay que decirlo, lo afrontó con un par y sin perderle el paso al más terrible de los militares del califato cordobés. Almanzor asolaba los reinos cristianos, desde Compostela hasta Barcelona, sin respiro ni piedad. Garci aguantó el envite aun cuando navarros habían claudicado, catalanes lloraban una Barcelona arrasada y la corte del reino de León huía buscando refugio en Galicia. Siguió luchando aun cuando los propios castellanos empezaron a desfallecer (se dice que su propio hijo, Sancho, le traicionó) y acabaría sus días, rodeado ya sólo de unos pocos fieles, luchando en una escaramuza en la zona de Osma. Herido de muerte, fue llevado a Córdoba ante la presencia del propio Almanzor. Apenas llegó, falleció (995). Como muestra de respeto sus restos fueron entregados a los cristianos cordobeses para más tarde acabar definitivamente en el monasterio de San Pedro Cardeña donde se perdieron en la noche de los tiempos.

3.- ¿EN QUE CONTEXTO SE OTORGA EL FUERO?:

Fase temprana de la reconquista. Castilla es aún un joven condado que empieza a despuntar y que protege el flanco este, el más peligroso, de su progenitor, el reino de León. Del otro lado, el califato de Córdoba en sus días de máximo esplendor. Mucho más extenso y poderoso, domina el fértil valle del Ebro y bate periódicamente el del Duero (donde no tenían tanta intención de abrir sucursales) con sus terribles razzias, aceifas y algaradas. Arden las cosechas. Desfilan los esclavos hacia el sur. La zona de Soria, frontera natural de ambos valles, es el epicentro de la acción y marca el inicio de una franja de tierra hacia el oeste que a veces se gana y otras se pierde. La frontera del Duero. Ahí estamos nosotros señores. En una tierra en la que vivir era duro, peligroso y, a veces, muy breve.
En 970 Garci, muerto Fernán González, se hace con las riendas de un condado que, tras la batalla de Simancas, había avanzado hasta Sepúlveda. Los primeros años, tantea al enemigo. Lo estudia. Al fin se decide. Al ataque.

Año 974. Ese año Garci, previendo quizás la que se avecinaba, concede el Fuero a Castrojeriz. El Duero separa las fortalezas de San Esteban de Gormaz (cristiana) y de Gormaz, a secas, (musulmana) siendo esta última una flecha clavada en flanco castellano. Garci ataca Gormaz pero fracasa. Volvería a intentarlo.

En 978, esta vez sí, ataca y lo consigue. Toma Gormaz. Por entonces aparecería Almanzor para desatar la tempestad.

De Almanzor, si no conocen las malas pulgas de la criatura, tan sólo diré que no le tembló el pulso al pasar su cimitarra por el pescuezo de su propio hijo después de que al chaval, (que estaba hasta el turbante del carácter de su padre), se le ocurriera escapar a territorio cristiano, a casa de Garci, sí, lo han adivinado. O que cuando al acabar su particular Camino de Santiago (997), en vez de pillarse un imán de recuerdo y apretarse buen pulpo y tazón de ribeiro en la rua do Franco, decidiera sellar la compostelana arrasando la ciudad y trayéndose las campanas de la catedral a hombros de pobres esclavos recién capturados. Hasta su muerte en 1002 (lo de Calatañazor no acaba de estar claro si sucedió), imparable e implacable, asola el norte. Más de 50 incursiones abarcando desde Santiago hasta Barcelona. Casi nada. Tomaría Osma, Clunia y San Esteban desbaratando la defensa del Duero. Atacaría Pamplona, Saldaña, Burgos, Ainsa, San Esteban de Gormaz, Sepúlveda, Astorga, León. Derrota a los cristianos en Rueda (984) donde pierden todo lo que se había ganado en Simancas y la frontera vuelve a acercarse a nuestro querido Castrojeriz.

Como colofón y por si fuera poco, hay quien dice que la gente por aquellos años estaba especialmente tensa ya que, según se creía, en el cercano año 1.000 los jinetes de apocalipsis iban a hacer acto de presencia y acabar definitivamente con aquel valle de lágrimas. El fin del mundo se sentía cerca.
Una fiesta vaya.

4.- ¿POR QUÉ SE OTORGAN LOS FUEROS?:

Visto el ambientazo que se vivía se harán ustedes cargo de lo importante que era afianzar las posiciones ganadas y motivar al personal para que, con la que estaba cayendo o les podía caer, se afincaran por estos lares. Se trata, por lo tanto, de REPOBLAR y de AFIANZAR población.

5.- ¿POR QUE SON IMPORTANTES LOS FUEROS?:

Los fueros y las cartas pueblas, aun teniendo como fin último la expansión militar y territorial del condado, convierten a Castilla en una singularidad casi ÚNICA para la época ya que choca con una concepción tradicional de la sociedad en la que LA POSIBILIDAD DE PODER ASCENDER SOCIALMENTE (que un villano pudiera aspirar a ser noble) ERA SIMPLEMENTE IMPENSABLE.

 Esta es la foto de hoy. Que quieren que les diga, la del monumento está muy bien, pero todo esto que les he contado no hay réflex ni gran angular que lo abarque.
Sobre el texto del propio fuero ya se ha escrito bastante, les invito a que lo conozcan e investiguen si les parece conveniente. Tan sólo mencionaré una cita de D. Eduardo Francés que, aunque pueda resultar algo excesiva, hoy comparto con ustedes a modo de celebración de algo de lo que podemos estar bien orgullosos los castreños:

 “Se trataría de la primera declaración de derechos que ha habido en España, porque hablamos de ofrecer la posibilidad de salir del estamento más bajo”.
Ahí queda eso amigos. Ese es nuestro pueblo. De ahí venimos.

El resto de la historia ya la conocen: auge, gloria y decadencia hasta tocar fondo ese frío día de febrero de 2021 en el que, paseando a la altura de lo que queda del monasterio de San Francisco, tu sobrino te suelta –“tío, el año que viene ya no entran niños en el colegio”.

Y se te parte el alma.

FIN

Postdata 1: Tiempos difíciles en los que había que fomentar como fuera la repoblación de las zonas rurales. Hace un milenio largo lo solucionaron. Quizás, después de todo, aquellos rudos hombres del medievo podrían darnos un par de lecciones. Tanto a los refinados políticos que se llenan la boca con la España vaciada 15 días antes de cada elección como a los acomodados urbanitas (servidor se incluye y entona su mea culpa particular) que, no teniendo tanto que perder como aquellos pobres desgraciados, contemplan, no sin pena, el inevitable naufragio.

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